1. Como comunidad evangélica estamos agradecidos por la
herencia recibida de quienes nos precedieron en la fe. Estamos agradecidos por
los misioneros extranjeros que con grandes sacrificios trajeron la fe evangélica
a nuestros países y por los primeros pastores y líderes latinoamericanos que
nos ayudaron a vivir una religiosidad auténtica. Estamos agradecidos a todos
los cristianos que desde sus comunidades, grandes y pequeñas, hoy se esfuerzan día
tras día en proclamar el Evangelio a través de hechos simples y sencillos.
A todos ellos
debemos nuestro presente.