Esta
es una transcripción de la exposición del Decano de IBBA, Mgter. Eduardo Tatángelo,
durante la reunión llevada a cabo en IBBA el 20/04/12 como parte de los
Encuentros de Participación en preparación para CLADE V.
Es un gusto especial poder
participar de esta mesa. Yo recuerdo un devocional cuando yo empezaba a
estudiar en el IBBA hace, no quiero decir los años, y ese devocional que me
impactó muchísimo lo daba un ya celebre profesor de teología que se llama René
Padilla. Lo cuento para decir con qué humildad me siento acá.
En lo que hace al Cuaderno de
Participación en sí mismo, yo quiero marcar cuatro reconocimientos, cuatro
fuertes reconocimientos al aporte del Cuaderno y después voy a marcar cuatro
preguntas que le hago al Cuaderno o carencias que veo en el Cuaderno.
En primer, el casi elogio que le
quiero hacer a los que trabajaron en el cuaderno es recuperar el concepto teológico
de seguimiento. Porque este concepto teológico y pastoral es quizás de los mas
antiguos de nuestra tradición evangélica. El concepto del seguimiento lo
redescubrieron los anabaptistas allá cuando estaban poniendo los primeros
ladrillitos de lo que ahora llamamos iglesia evangélica o protestantismo. Y tenía
que ver con repensar algunos de los dogmas del protestantismo magisterial
oficial que ponía tanto énfasis, a partir de Lutero, en la justificación por
fe, la imputación de la justicia, y que tenía una preocupación muy seria porque
la justicia de la iglesia fuera una justicia vivida, no solo una justicia
impartida, una justicia creída, sino que fuese vivida, vivir el reino. Y por
eso me parece que es fuertemente elogiable que reaparezca como un eje o tema
central en el Cuaderno. Yo creo que la iglesia evangélica, y sobre todo
pensando en los aportes que se han hecho en esta mesa, necesitan recuperar el
concepto de seguimiento que además es un concepto central en la vida y la práctica
de Jesús en los Evangelios.
Lamentablemente, una de las
carencias que hemos tenido como iglesia evangélica en América Latina es que
hemos trabajado mucho a partir de una teología evangélica, de la conversión, la
salvación y el pasaje al cielo. Estoy de acuerdo con Norberto fue un gran tema
en los 70 y 80, pero perdura en la iglesia, en la prédica y en la práctica de
la iglesia, en el sentido de que lo importante es que la gente conozca a Cristo
y tome una decisión en ese sentido, y empiece a congregarse.
Entonces me parece que introducir
un concepto teológico que es revolucionario como el seguimiento, me parece un
gran logro y yo creo que nos llama a repensar cuanto trabajamos a partir del seguimiento
en nuestras comunidades.
Luego, en esto no voy a abundar
porque se habló mucho, veo un énfasis de un Evangelio encarnado en la realidad
social latinoamericana, y es cierto que hablamos poco en nuestras iglesias de
la realidad social latinoamericana. Es cierto que nos cuesta todavía unir el
culto al noticiero. Es cierto que si uno nombra ciertas cosas en las
comunidades de fe desde el pulpito hay gente que se incomoda o no logra
conectarse con el orador, por que supone que el púlpito es un lugar donde se ha
de hablar de cosas espirituales. Por ejemplo: reflexionar sobre la tragedia de
Once. Reflexionar porqué como sociedad nos pasan esas cosas. Creo que este
llamado a recordar que tenemos que vivir un Evangelio que se encarna en la
realidad social es muy importante. El viernes pasado estaba en una reunión de
oración, y uno de los participantes de la reunión de oración, es un chofer de
la línea [de colectivos] 60, y el nos contaba cómo desde el gobierno nacional y
provincial, y desde el sindicato UTA se trabajaba mancomunadamente para generar
mas conflicto sindical para poder expulsar a los delegados de la 60, que son
delegados combativos. ¡Y después oramos!
Es decir, tiene que ver con esto el
evangelio encarnado. Tiene que ver con que compartimos la vivencia de personas
que viven esta realidad. ¿Cuantos hermanos nuestros, yo no lo sé, murieron en
la tragedia de Once? ¿Cuantos viajan como ganado como viajan la mayoría? Para
tomar un solo punto. Y me parece que hay un trabajo para hacer, que no está
hecho. Y que el llamado del libro y del encuentro, yo creo que es positivo.
Luego creo que el Cuaderno de
Participación recupera mucho de los aportes de la teología latinoamericana, del
largo trayecto que tiene la teología latinoamericana, con la que individualmente
comparto muchas reflexiones e ideas, y otras no. Pero la reflexión está. Y creo
que está relacionado con lo anterior. Que todavía le debemos a Latinoamérica
una teología latinoamericana. Yo creo que le debemos a Latinoamérica una teología
latinoamericana: una teología donde esté claro que esa reflexión y esa prédica
se hace desde nuestro contexto. Y creo que va a ser una tarea pendiente así que
se plantee como necesidad, me parece positivo.
Luego y por ultimo, me parece muy
positivo que el libro incluya algunos temas de una agenda renovada para la
iglesia, de temas que no han sido suficientemente pensados hasta ahora y creo
que la violencia contra la mujer, a la cual el cuaderno le da un gran énfasis,
es un tema del que nos tenemos que hacer cargo, porque la violencia contra las
mujeres está en nuestras iglesias. Y no solo afuera. En esa reunión de oración,
que les contaba la semana pasada, y que ahora están reunidos, había una mujer
evangélica al cual su esposo evangélico le pega… Y entonces creo que se
planteen estos temas para que tengamos en primer lugar el coraje de hablarlos.
Muy bien, ahora paso a mis cuatro preguntas,
o dudas, o carencias que veo en el Cuaderno. En algunas voy a coincidir mucho
con Carlos y también con Norberto. Yo creo que al Cuaderno le falta una reflexión
mas profunda del estado de la iglesia evangélica en America Latina. Creo que es
una reflexión superficial. Si uno mira el Cuaderno, y lo lee, aparece una
realidad un poco estereotipada. Yo me hice esta imagen: hay un pequeño grupo de
cristianos, muy pequeño, que en general es identificado con una postura ideológica
y teológica y frente a eso una gran masa de creyentes estupidizados, atrás de
pastores alienantes, manipuladores, negociadores, negociantes, es decir, esa
realidad que presenta el Cuaderno es una realidad de opuestos y en medio no hay
nada. No parece haber una iglesia que sin compartir aún los presupuestos teológicos
de este libro, camina a partir de los impulsos que le ha dado la Fraternidad y los CLADE.
Yo hablaba con un colega de acá del IBBA que vi el otro día, y decíamos que hoy
ya la iglesia no piensa mas la misión como la pensaba, porque han estado los CLADE
y está el concepto de Misión Integral y está todo… No podemos ya no pensarlo así.
Aún el que no quiera pensarlo. Pero me parece que habría que mejorar una
reflexión, más seria, de dónde está parada la iglesia evangélica hoy y qué está
viviendo. Pienso que de ahí saldría una mirada también más realista de los
sectores populares, que no solo acá son idealizados algunos grupos étnicos o
culturas, sino también los sectores populares, porque digo, cuando los sectores
populares parecen seguir los dictados de una teología progresista y renovadora,
son movimientos populares, pero cuando van a una iglesia Pentecostal o Neopentecostal,
son pobre gente manipulada. Y creo que aquí hay una subestimación de porqué los
sectores populares responden a ciertos discursos teológicos que parecen tener
una gran capacidad para llegar a su necesidad y a su corazón. Me parece que ahí
hay una reflexión necesaria.
Paso al segundo punto. Yo creo que
faltan también mediaciones de análisis de la realidad social latinoamericana. Acá
hay un corte sobre todo ideológico y teológico. Falta un corte sociológico y antropológico.
Yo tampoco veo en el libro claramente a Latinoamérica con toda su complejidad. Yo
se que eso, es mas si me lo proponen no lo hago, es muy difícil plasmar, pero
por ejemplo me hubiera gustado una mayor reflexión sobre lo que es la cultura
latinoamericana hoy. Como dice García Canclini, estas culturas híbridas, que
son hoy las culturas latinoamericanas. Porque ya no creo que sea posible hablar
de la cultura latinoamericana. Y entonces me gustaría que se avance también en
ese sentido.
Luego, yo creo que falta una recuperación
positiva de las raíces, los aportes, la historia y las tradiciones evangélicas
en América Latina. Yo ya no acepto que la iglesia de la cual vale la pena
hablar, la iglesia evangélica de la cual vale la pena hablar, es la que se alinea
detrás de determinado discurso teológico, porque la iglesia evangélica en
general, hablando de todas sus tradiciones y sus corrientes, ha hecho un aporte
monumental en Latinoamérica. También las más conservadoras, con su manera de
entender el Evangelio y demás. Y creo que eso tiene que ser recuperado con más
seriedad porque si no va a ser muy difícil discutir para adelante, y construir
para adelante. Si yo digo no me gusta como piensa la realidad social todo este
sector que sospecho es mayoritario en la iglesia evangélica, ¿con quién vamos a
trabajar? ¿con quién seguimos? ¿con quién avanzamos?
Porque también, y en eso estoy
totalmente de acuerdo con Norberto, nos quedamos en los 70 (porque los libros
de los 70 lo dicen) si decimos que la iglesia evangélica en America Latina es
el Evangelio de los misioneros norteamericanos que poco tenían que decir al
contexto local. Ya no está más. Esa iglesia desapareció. Voló en mil pedazos. Y
creció otra iglesia, ésta iglesia tan variopinta de la cual formamos parte.
Pero creo
que hay que rescatar una reflexión mas pausada más atenta de las cosas que están
pasando en la iglesia en América Latina. Y también una recuperación teológica.
A mi me duele cuando se dice que teológica latinoamericana es esto. Es como que
cierta teología evangélica y protestante ni siquiera califica para ser llamada teológica
latinoamericana, y esto a mi me duele. Yo no me considero un teólogo
latinoamericano, pues no considero tener la estatura para ser teólogo (siempre
digo: yo no soy teólogo, soy profesor de teología, no llegué a ser teólogo). Siempre
me doy cuenta que en nuestras clases, en este y otros seminarios, en nuestras
iglesias, hay reflexión teológica. Quizás esa gente que reflexiona no está
afiliada al liberacionismo teológico, o no está afiliada a la Fraternidad Teologica
Latinoamericana. Pero, ¿acaso no es una reflexión teológica válida? Con sus más
y sus menos y sus menos. Con sus pobrezas. Hay que recuperar la teología evangélica
existente para caminar hacia una teología evangélica futura. Yo también creo más
latinoamericana. Y entonces relacionado con eso creo que el libro debe
clarificar mejor sus paradigmas. Y debe, si me permiten decirlo así, ser más
honesto con sus paradigmas. Yo también, que no soy un experto en fraternidad ni
en teológica latinoamericana, veo un corrimiento. Veo un corrimiento en el
libro hacia posiciones más liberacionistas, si se quiere decir así ya que las
clasificaciones teológicas son un engorro. Más liberacionista y un poco más
alejada de la Misión
Integral. Es más me llama la atención como se cita la Misión Integral : “lo que se
suele llamar Misión Integral”. Porque sabemos los que hemos leídos los libros
de la historia de la teología evangélica en America Latina, cuánto desde la teológica
más liberacionista y de la
Teología de la
Liberación se criticó a la Misión Integral
como un proyecto reformista. Es así, está aca abajo, en cualquier biblioteca. Y
me parece que acá hay un corrimiento desde una visión claramente parada en la Misión Integral a
una postura más cercana a los que fueron las teológias de la liberación y a lo
que son las teologías de la liberación. No lo veo mas me parece bien. Me parece
potable, posible. Pero me parece que hay que decirlo, porque si no le robamos
la voz a los demás. Les robamos la voz a los demás. Porque decimos que la voz
es esto. Y creo que lo bueno de lo que venga para adelante es recuperar todas
las voces. Muchas gracias.
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